Cuerpo lienzo
María Calcaño
María Calcaño fue una de las fundadoras junto a
Enriqueta Arvelo Larriva, en fundar la poesía moderna venezolana, y a pesar de
sus diferentes maneras y estilitos de compartían esa necesidad interior de
escribir, entregadas a una fuere vocación poética que impulsa a asumir el verbo
revelado en la forma. María se nombra desde lo femenino, pero ese femenino que
puede ser gozoso y amenazante. En su libro Alas fatales, .María Calcaño nos
muestra su intensión de desacralizar a partir de jugar con ciertos
temas del romanticismo y del modernismo,
la mujer y su actitud ante la vida, lo
que amenaza y armas que posee para construirse y salir victoriosa en la lucha
alienante de la vida.
María Calcaño contra la naftalina
Esta belleza es María Calcaño, una
poeta de Maracaibo a quien le habría cuadrado perfectamente aquel verso con el
que Celaya define a su poesía como un arma cargada de futuro expansivo /
con que te apunto al pecho. Incapaz de leerla la sociedad venezolana de la
época, saturada de naftalina como estaba, pareciera que María Calcaño hubiera
escrito para nosotros, pese a que murió hace casi cincuenta años.
Publicó sólo tres libros, el último de los cuales
apareció póstumamente: Alas fatales (1935),Canciones que oyeron mis
últimas muñecas (1956) y Entre la luna y los hombres (1961). Su
escasa producción, en la que aborda el amor y el erotismo tan mal vistos en una señora
decente de entonces, grita libertad desde la garganta de una mujer que se
declara ser humano, y que reclama la dignidad que aún hoy le sería negada en
más de un término. Y todo esto envuelto en un celofán de delicada sutileza que
convierten su lectura en todo un placer —en el más absoluto sentido de esta
palabra.
Ana María Romero P. la describe, en este interesante estudio sobre la literatura del Zulia, como “una exquisita y
aislada poeta vanguardista sin seguidores ni antecesores, ni en la región, ni
en el resto de Venezuela”.
Había olvidado las muñecas
Por venirme con él.
De puntillas,
conteniendo el aliento
me alejé de mis niñas de trapo
por no despertarlas…
conteniendo el aliento
me alejé de mis niñas de trapo
por no despertarlas…
Ya me iba a colgar de su brazo,
a cantar y bailar
y a sentirme ceñida con él:
como si a la vida
le nacieran ensueños!
a cantar y bailar
y a sentirme ceñida con él:
como si a la vida
le nacieran ensueños!
Yo no llevaba corona,
pero iban mis manos colmadas
de bejucos floridos de campo,
de alegría, de amor, de fragancias.
pero iban mis manos colmadas
de bejucos floridos de campo,
de alegría, de amor, de fragancias.
Muchas noches pasaron encima
de aquella honda pureza sagrada.
Todo el cielo volcado en nosotros!
de aquella honda pureza sagrada.
Todo el cielo volcado en nosotros!
Había olvidado las muñecas.
Ahora él se ha ido.
Lo mismo.
Despacito, por no despertarme…
Lo mismo.
Despacito, por no despertarme…
Me ha de bastar la vida
Crece sobre
mi carne dolorosa
lamiéndome
hacia dentro,
hoguera
deliciosa!
¡quémame
duro, hondo!...
ni en
mi dolor reparo
cuando te
pido
Recia lastimadura.
molde sangre
sólido.
Como un
cielo
Fundido
en el vientre…
Le aventara
su gárgara
Mi vida!
(Alas fatales
1935)
¡Qué males son estos ¡
¡Qué males son estos ¡
Lloro
y no dejo de estar hermosa.
Pero no puedo moverme en muchas horas.
y esta palidez
que sabe a caricia
estoy sonreída
como con otro rostro
Muy lejano….
Si este ruido que escucho
Fueran tus pies descalzos
desnudos
¡para resbalarlos por esas sabanas tibia…!
Enérgica es la caricia que me inunda.
(De la hermética maravillada inédito)
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