Es una
de las más vitales voces de la poesía venezolana de la beligerante década de
los años sesenta; nace el 3 de enero de 1943, en la Sierra de Coro o Sierra de
San Luis, zona pródiga en bellezas generosas, donde se encuentran los lagos subterráneos
más
extensos del país, cuevas con grandes salas, simas y galerías. Estudia primaria
en su pueblo natal, y los estudios secundarios los realiza en el Liceo Cecilio
Acosta de la ciudad de Coro. Comienza a escribir desde la adolescencia en 1958
y posteriormente, colabora en los diarios La Mañana de Coro y Panorama de
Maracaibo, entre otros. A partir de 1963, se radica definitivamente
en Maracaibo, Estado Zulia, Venezuela. En la Universidad del Zulia,
trabaja de bibliotecaria en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Allí
nos narran algunos compañeros, sus protestas por el asesinato de Jorge
Rodríguez, por el golpe de estado en Chile contra el presidente Allende, sus
discusiones sobre las tendencias del MAS, sobre los “perros” y los “patriotas”…
hasta que llegó el día, que renunció a todo partidismo político, abandonó
totalmente la militancia activa, y a partir de allí, se dedicó a escribir,
decisión que nos permite deleitarnos con su legado poético:
si tengo que ceder
hasta quedar desprovista de
vanidad
si nada tengo
y esa nada me es arrebatada
(…)
si he dejado
de creer en líderes
si la dialéctica
se pudre en las cabezas de todos
ellos
(y en la mía por supuesto)
si la unidad es un sofisma
si el partido deviene
tertulia de burócratas y afines
(…)
si hasta aquí me trajo el río
entonces tendré que contradecir
al río
y seguir aferrada a mis
convicciones
aun en contra de mi
pequeñez.
Un esfuerzo mayéutico
para no abortar al hombre
un esfuerzo violento,
definitivo para que nazca
íntegro.
En una cultura masculina desde sus cimientos, la poetisa desenfada,
con una conmoción de la conciencia y los sentidos, cantando en cada verso, para
poder respirar a pulmón pleno cada palabra e intentar enmendarlas con su propio
ser, crea hendiduras para quebrantar y escapar de ese enrarecido mundo que la
asfixia, y evadirse a través de las grietas como la hembra que seduce con lo
femenino, con sus lecturas, su mirada y su poesía:
adentro hay una mujer que monta
guardia
a fuerza de balancear las caderas
se ha convertido en péndulo
y gravita sobre las cabezas
de los que todavía no comprenden
la magnitud del encantamiento
Un mundo hecho de voces que se
tejen y destejen entre variados tonos genéricos, juega para crear o crea para
jugar conservando el espíritu crítico que siempre la ha catapultado a un país
donde las mujeres eran sólo un murmullo.
Una
poesía definida por diversas líneas de significación, entre las que destacamos
dos en este ensayo: la enunciación de lo femenino y el erotismo femíneo,
como elementos fustigadores de cuestionamientos que atraviesan
entre otros y todos, la totalidad de su obra y es, efecto fundamental para la
disposición de una imagen cambiante y compleja que da cuenta de lo que son las
configuraciones actuales de la mujer, entendida como minoría social-cultural;
con un ars poética que hace libre el coloquio consigo misma, con el lector y
con la lectora, por medio de una oralidad discursiva, en textos que a veces,
afloran con el formato de la prosa continua sin el deslinde de los
versos, con el encabalgamiento intrincado de dispersión de la colmada entropía:
nadie
verá el estante vacío. el montón de ropa sucia libros viejos y maltratados por
mis notas al margen. por mis subrayados imprevisibles. por mis oh y mis coños
admirativos. soy posesiva, no lo niego. mi única propiedad son libros casi
libros. palabras no correspondidas pero útiles e igualmente equívocas. pero
abajo. en el sótano, eres débil, cabizbaja. se diría que ciega. asustada. no entienden
porque has hecho lo posible por enajenarte en lo cotidiano y ridículo
no te entienden porque no aceptas
vivir parcelada
tu ternura es clandestina. no
colma.
tu deseo es quizás lo único
humano capaz de retener una sombra . tu estallido nocturno.
Procedimientos verbales e imaginativos, a
través de los cuales, Lydda crea e irrumpe en un espacio que conmueve,
apasiona, forcejea y sobresalta, en un horizonte femenino que pasa inadvertido
para el hombre, anquilosado en la rutina de los gestos, los desempeños, los
pensares, aciertos y desaciertos, carencias y despropósitos concebidos por él,
para la vida de la mujer.
Más
allá de su tono irónico, la poetisa se rebela contra toda mansedumbre impuesta
desde el androcentrismo, sin disgresiones, se autoriza a sí misma al goce de
invadir una “comarca” donde solamente existe un “rey”, el hombre, y con
irreverencia e inspiración, se lo apropia en cada verso suyo:
Voy a
desayunarme la claraboya de la mañana
voy a
atragantarme periódico con tus crónicas violentas
voy a
tener noticias del mundo hasta la ingesta
de par
en par ventanas
muéstrenme lo que sin mi
despierta
sacúdete ropa inmunda los
dobleces
espanta con lejías la penumbra
soliviántate plancha
aplasta en un desliz las pérfidas
arrugas
a volar escoba sin bruja que
respire el polvo
dancen muebles al ritmo que los
aviente
púlete piso en redención de no
empañado espejo
arde sin paz cocina del infierno
tápate olla impúdica
cuece a la sazón luego evapórate
suenen cubiertos en estampida
muda
a fregarse platos les llegó su
hora
la carta por favor quiero
probar el albedrío
En cada palabra no vamos a decir “intenta”,
no, no lo intenta, lo consigue, con vehemencia, con transparencia abate
contra la mecanicidad y el letargo paralizante de lo cotidiano y los en
un cuasi infinito plural, lastres con los que la humanidad (léase
el hombre) a retenido el cuerpo y la mente, y por ende, la espiritualidad de la
mujer reduciendo a un único dislate su existencia:
el ancestro
se adueña del perfil
de la mujer agobiada y
displicente
que yace en la umbelas
a medio dormir indócil en
el registro
Su antiritualidad trasvasa su poética partiendo de la cosmogonía de una
existencia que exige, que enrumba su creación hacia el territorio del reclamo,
del reverso de la mujer ante el anverso del hombre, y lo hace, con un humor
corrosivo, ácido, agudo y exquisito:
de sobra sabes que me avergüenzo
de ese otro ser que me esquilma
y me avasalla
de repetir hasta borrarme
el gesto
heredado de pálidas
enhiestas
amas de casa remotísimas
pero hay un rótulo en la sangre
una danza del vientre
una marca rotunda
ten en cuenta muchacho de las
cavernas
que he ido ganando el derecho
a perder de igual el paraíso
la paciencia
a compartir la cama el
santo y seña
el mundo
fifty fifty o no hay trato
vete acostumbrando hombre voraz
mujer no es sólo receptáculo
flor que se arranca
y herida va a doblarse en el
florero
al fondo de la repisa
entre santos y candelabros y
trastos de cocina
En eso
basa ella el vigor existencial y la singularidad de sus versos, en templar al
máximo el arco de la letra, la palabra, el verso, el poema, para que resulten,
no sólo un reflejo crítico de lo social, sino también, un verbo
fustigador y lúcido, asumido siempre desde el sarcasmo como un tropo, a partir
de su incisivo estilo para desahogarse del hastío, girando y girando en
hipérboles.
La
poesía de Franco Farías puso de relieve una voz femenina cuyo ejercicio
poético, se caracterizó por la ruptura con ese modelo de poesía intimista, de
sensualidad sutil y la introspección, para destacar la ironía y la oralidad
Polifónico
el arreglo al mostrarse su “yo” plural, donde la ceremonia poética se posesiona
de su condición de ser femenino, siempre al lado de los rituales absorbentes de
nuestra sociedad, y fuertemente asida de la mano de las herencias atávicas
que tiranizan a la mujer, en un cimbrado hilarante e ingrato:
quedé para ser la última invitada
estoy alegre de las botellas
sordas
puedes beberme soy todos los
licores
no distingo y si respondo
es
para ligar placeres inimaginables
contra el tiempo
a una temperatura en que tampoco
sabes lo que haces
Ella es
su poesía, su poesía es ella, briosa, sensible, mordaz y laudante, que se
empeña en perseguir mundos mejores en sus temibles alocuciones poéticas:
mientras dormía
me crecieron alas
al principio ni yo misma lo creí
hice cálculos sobre las ventajas
y desventajas
de este suceso inesperado
decidí ensayar un vuelo corto
tropecé contra los vidrios de las
ventanas
no me di por vencida llegué
a libélula
fui uno que otro pájaro
ave de rapiña
mi ambición no tuvo fronteras
fui escalando jerarquías
hasta agotarlas todas
ahora soy un ángel y me
aburro
Y
en el amor, dulce, seductora y erótica, canta desde sus más añejas raíces,
trepando por su tronco, sus hojas, hasta llegar a sus flores en arco iris que
regala a la vida, en un soflama reverberante con sus requiebros,
impregnado de simbolismos que expresan las vivencias amorosas del cuerpo en la
relación afectiva entre dos seres humanos, escrito desde su visión femenina
extraordinaria, respirando visceralmente cada grafema, cada aliento de palabra
y con la depuración del verso:
una trepa la desnudez de otro
cuerpo
una encuentra la rama dorada
y la codicia
abre las puertas de otro reino
inaugura otra carencia
una se deja llevar por
sacudimientos extremos8
Echar raíces
florecer sobre tu cuello
enredadera
Ascenderé por los tallos
transformada,
me sentirás como nunca,
palpitante,
en el latido de las hojas
y en el crujir voluptuoso de las
ramas.
tu boca resguardada por dragones
por la antropófaga inocencia de
tus dientes
bosque de menta la saliva
picor de orégano la lengua
succión y mordedura
tu boca laberinto de mis
cosquillas
La lluvia canta afuera su
canción,
la miro con ojos sorprendidos
y pienso en unas bodas bajo el
agua,
que un novio vegetal me acaricie,
que sienta el perfume silvestre
de mis manos,
mi cálida ternura abierta en
gajos.
Lydda
es esencial, de gran vitalidad, luchadora incansable, defensora de lo femenino
y del amor, de hermosísima pluralidad semiótica, plétora de expresividad,
álgida, irreverente, en ausencia de rima y con el uso del hipérbaton
invirtiendo el tradicional orden del discurso poético, y las anáforas que
incitan provocando con la repetición:
con papel de lija
froto la piel
donde alguna vez
estuvo tu tibieza
parpadeante
me estoy quedando en cueros
y sin vos e
n los puritos huesos
y sin vos
esqueleto ambulante
y sin vos
(…)
y sin vos
con el alma en un hilo
y sin vos ay
y sin vos
y sin voz
y sin voz
los amantes precisan largas
vueltas
y nada es comparable a este final
sin trampas
y nada se parece a tu cuerpo y al
mío
me refiero a los muslos
fosforescentes
no a la piel sedosa y repetida
no estamos dentro ni fuera
y es falso que desprendo de
tu voracidad
mis latidos bajan cautelosamente
para que sepas que voy
que siempre voy
ya puedes descubrirme
y patinar en el aire rígido
cuando abras los ojos y desvíes
el aliento
Con
miradas envolventes de los vestigios humanos del placer y del amor, la lucidez,
el tiempo y la fusión de géneros:
tu cabeza en mi almohada
el sol para nosotros
deshaces sombras antiguas
vienes de la calle hacia el gesto
buscas / deshaces
reparo en el caracol algo furtivo
tus manos exhibiendo excavaciones
hacen de claustro refugio
ardo junto a ti
cuando la boca hace su trabajo de
orfebre
en sabbat
en oriflama
de entre tus muslos
sale un vellocino de oro
una serpiente emplumada
un vendaval de helechos
una larga vocal impronunciable8
con obstinada delicadeza
se fabrica en la piel
se hace patio en la memoria
ojo de agua
con altos y bajos
puente entre dos sangres
diatriba amorosa
blindada huella indeleble
que nos filtra
William
Estany, refiere, que hasta el último momento la poetisa Lydda Franco
Farías, estuvo activa: Invitada especial en la Semana Internacional
de la Poesía. A pesar de encontrarse delicada de salud, siempre siguió
escribiendo… Allí se presenta, a las 7:00
de la noche, el jueves 22 de julio del 2004, al Recital Internacional de
Poesía, en homenaje a Eugenio Montejo, en la que sería su última lectura en
público, ante más de 400 personas, con una hermosa manta guajira de
soberbio colorido, un cabestrillo en un brazo y apoyada en su bastón, participa
en el recital internacional junto a poetas como Luis Muñoz de España;
Alessandro Ceni de Italia, Tone Skrjanec de Eslovenia; Ramón Bolívar de México
y Alejandro Chacón de Venezuela, entre otros tantos poetas que participaron en
los recitales programados para el evento. Dedicó sus poemas a todos, ausentes y
presentes y en particular, a su hija fallecida Mirna.
A los
sesenta y un años, la parca que no falta jamás a la cita, nos despoja de esta
poetisa de las letras venezolanas; muere a las 8:00 de la mañana del lunes 2 de
agosto de 2004, en Maracaibo, Estado Zulia. Fue sepultada en el cementerio
Jardines del Edén, donde también se encuentra su hija.
Y
sostendremos con Goethe: “El sentido de la vida radica solamente en la vida
misma”. Así parece entenderlo también, la poetisa venezolana Lydda Franco
Farías:
me encontrarán tendida a ras de
luna
o flotando lluvia abajo
en la resaca del último cigarro
en el silencio que vibra
emparamado
desde donde pronuncio mi postrer
discurso
(…)
ya voy tierra
ya voy cenizas
ya voy olvido9
una vida se aplaza
y se desplaza
mínima sustancia
cerrazón.
Obra
poética
Poemas
Circunstanciales. Policrom, Caracas, 1965.
Las
armas blancas 1969.
Edad de
los grandes ataúdes (coautor con Ricardo Ruiz Caldera y José Parra Finol).
Ediciones Cal y Agua. Maracaibo, 1977.
Summarius.
Asamblea Legislativa del Estado Falcón, Coro, 1985.
A /
Leve 1991 Estar en el envés. s/e, 1993.
Recordar
a los dormidos. EDILUZ. Maracaibo, Vicerrectorado Académico, Facultad de
Humanidades, Universidad del Zulia, 1994.
Bolero
a media luz. Ediciones Mucuglifo. Dirección Sectorial de Literatura CONAC,
Mérida, 1994.
Descalabros
en obertura mientras ejercito mi coartada. Gobernación del Estado Zulia.
Secretaria de Cultura/Universidad del Zulia, Dirección de Cultura, Maracaibo,
1994.
Estante.
s/e, 1994. Una. Ediciones de la Secretaría de Cultura del Estado Zulia y
la Asociación Cultural del Caribe (ASOCARIBE), 1998.
Aracné, s/e, 2000.
Antología.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, Dirección de Cultura,
Fondo Editorial del Estado Falcón, Incudef, 2002.
Antología
poética. Monte Ávila Editores. Caracas, 2004.