Toda mujer es protagonista de un doble reto, Vivir una vida plena y transformar su mundo

Sociedad de Poetas Andrés Eloy Blanco

Seccional Trujillo

Anita Mendoza

domingo, 4 de marzo de 2012

Lydda Franco Farías


Es una de las más vitales voces de la poesía venezolana de la beligerante década de los años sesenta; nace el 3 de enero de 1943, en la Sierra de Coro o Sierra de San Luis, zona pródiga en bellezas generosas, donde se encuentran los lagos subterráneos
más extensos del país, cuevas con grandes salas, simas y galerías. Estudia primaria en su pueblo natal, y los estudios secundarios los realiza en el Liceo Cecilio Acosta de la ciudad de Coro. Comienza a escribir desde la adolescencia en 1958 y posteriormente, colabora en los diarios La Mañana de Coro y Panorama de Maracaibo, entre otros.   A partir de 1963, se radica definitivamente en Maracaibo, Estado Zulia, Venezuela.   En la Universidad del Zulia, trabaja de bibliotecaria en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Allí nos narran algunos compañeros, sus protestas por el asesinato de Jorge Rodríguez, por el golpe de estado en Chile contra el presidente Allende, sus discusiones sobre las tendencias del MAS, sobre los “perros” y los “patriotas”… hasta que llegó el día, que renunció a todo partidismo político, abandonó totalmente la militancia activa, y a partir de allí, se dedicó a escribir, decisión que nos permite deleitarnos con su legado poético:  

si tengo que ceder  
hasta quedar desprovista de vanidad  
si nada tengo
y esa nada me es arrebatada  
(…)  

  si he dejado
de creer en líderes  
si la dialéctica
se pudre en las cabezas de todos ellos  
(y en la mía por supuesto)  
si la unidad es un sofisma  
si el partido deviene
tertulia de burócratas y afines  
(…)  

si hasta aquí me trajo el río  
entonces tendré que contradecir al río  
y seguir aferrada a mis convicciones  
aun en contra de mi pequeñez. 
   
Un esfuerzo mayéutico
para no abortar al hombre  
un esfuerzo violento,
definitivo  para que nazca íntegro.

    En una cultura masculina desde sus cimientos, la poetisa desenfada, con una conmoción de la conciencia y los sentidos, cantando en cada verso, para poder respirar a pulmón pleno cada palabra e intentar enmendarlas con su propio ser, crea hendiduras para quebrantar y escapar de ese enrarecido mundo que la asfixia, y evadirse a través de las grietas como la hembra que seduce con lo femenino, con sus lecturas,  su mirada  y su poesía:  
  
adentro hay una mujer que monta guardia  
a fuerza de balancear las caderas  
se ha convertido en péndulo
y gravita  sobre las cabezas
de los que todavía no comprenden  
la magnitud del encantamiento
Un mundo hecho de voces que se tejen y destejen entre variados tonos genéricos, juega para crear o crea para jugar conservando el espíritu crítico que siempre la ha catapultado a un país donde las mujeres eran sólo un murmullo.   


Una poesía definida por diversas líneas de significación, entre las que destacamos dos en este ensayo: la enunciación de lo femenino y el erotismo femíneo,   como elementos fustigadores de cuestionamientos que atraviesan entre otros y todos, la totalidad de su obra y es, efecto fundamental para la disposición de una imagen cambiante y compleja que da cuenta de lo que son las configuraciones actuales de la mujer, entendida como minoría social-cultural; con un ars poética que hace libre el coloquio consigo misma, con el lector y con la lectora, por medio de una oralidad discursiva, en textos que a veces, afloran  con el formato de la prosa continua sin el deslinde de los versos, con el encabalgamiento intrincado de dispersión de la colmada entropía:  
nadie verá el estante vacío. el montón de ropa sucia libros viejos y maltratados por mis notas al margen. por mis subrayados imprevisibles. por mis oh y mis coños admirativos. soy posesiva, no lo niego. mi única propiedad son libros casi libros. palabras no correspondidas pero útiles e igualmente equívocas. pero abajo. en el sótano, eres débil, cabizbaja. se diría que ciega. asustada. no entienden porque has hecho lo posible por enajenarte en lo cotidiano y ridículo

   
no te entienden porque no aceptas vivir parcelada
tu ternura es clandestina. no colma.
tu deseo es quizás lo único humano capaz de retener una sombra . tu estallido nocturno.
   
        Procedimientos verbales e imaginativos, a través de los cuales, Lydda crea e irrumpe en un espacio que conmueve, apasiona, forcejea y sobresalta, en un horizonte femenino que pasa inadvertido para el hombre, anquilosado en la rutina de los gestos, los desempeños, los pensares, aciertos y desaciertos, carencias y despropósitos concebidos por él, para  la vida de la mujer.
Más allá de su tono irónico, la poetisa se rebela contra toda mansedumbre impuesta desde el androcentrismo, sin disgresiones, se autoriza a sí misma al goce de invadir una “comarca” donde solamente existe un “rey”, el hombre, y con irreverencia e inspiración, se lo apropia en cada verso suyo:  

Voy a desayunarme la claraboya de la mañana  
voy a atragantarme periódico con tus crónicas violentas  
voy a tener noticias del mundo hasta la ingesta  
de par en par ventanas  
muéstrenme lo que sin mi despierta  
sacúdete ropa inmunda los dobleces  
espanta con lejías la penumbra  
soliviántate plancha  
aplasta en un desliz las pérfidas arrugas  
a volar escoba sin bruja que respire el polvo  
dancen muebles al ritmo que los aviente  
púlete piso en redención de no empañado espejo  
arde sin paz cocina del infierno  
tápate olla impúdica  
cuece a la sazón luego evapórate  
suenen cubiertos en estampida muda  
a fregarse platos les llegó su hora  
la carta por favor  quiero probar el albedrío 
   
        En cada palabra no vamos a decir “intenta”, no, no lo intenta,  lo consigue, con vehemencia, con transparencia abate contra  la mecanicidad y el letargo paralizante de lo cotidiano y los en un cuasi infinito plural,  lastres con los  que la humanidad (léase el hombre) a retenido el cuerpo y la mente, y por ende, la espiritualidad de la mujer reduciendo a un único dislate su existencia:  

el ancestro  
se adueña del perfil  
de la mujer agobiada  y displicente  
que yace en la umbelas  
a medio dormir  indócil en el registro
   
   Su antiritualidad trasvasa su poética partiendo de la cosmogonía de una existencia que exige, que enrumba su creación hacia el territorio del reclamo, del reverso de la mujer ante el anverso del hombre, y lo hace, con un humor corrosivo, ácido, agudo y exquisito:  

de sobra sabes que me avergüenzo
de ese otro ser que me esquilma  y me avasalla  
de repetir hasta borrarme  el gesto
heredado de pálidas  
enhiestas  
amas de casa remotísimas  
pero hay un rótulo en la sangre  
una danza del vientre  
una marca rotunda  
ten en cuenta muchacho de las cavernas  
que he ido ganando el derecho  
a perder de igual el paraíso  
la paciencia  
a compartir la cama  el santo y seña  
el mundo  
fifty fifty  o no hay trato  
vete acostumbrando hombre voraz  

mujer no es sólo receptáculo  
flor que se arranca  
y herida va a doblarse en el florero  
al fondo de la repisa  
entre santos y candelabros y trastos de cocina



 En eso basa ella el vigor existencial y la singularidad de sus versos, en templar al máximo el arco de la letra, la palabra, el verso, el poema, para que resulten, no sólo un reflejo crítico de lo social, sino también,  un verbo fustigador y lúcido, asumido siempre desde el sarcasmo como un tropo, a partir de su incisivo estilo para desahogarse del hastío, girando y girando en hipérboles.  

La poesía de Franco Farías puso de relieve una voz femenina cuyo ejercicio poético, se caracterizó por la ruptura con ese modelo de poesía intimista, de sensualidad sutil y la introspección, para destacar la ironía y la oralidad                                                          
Polifónico el arreglo al mostrarse su “yo” plural, donde la ceremonia poética se posesiona de su condición de ser femenino, siempre al lado de los rituales absorbentes de nuestra sociedad, y fuertemente asida de la mano de las herencias atávicas  que  tiranizan a la mujer, en un cimbrado hilarante e ingrato:  

quedé para ser la última invitada  
estoy alegre de las botellas sordas  
puedes beberme soy todos los licores  
no distingo  y si respondo es  
para ligar placeres inimaginables contra el tiempo  
a una temperatura en que tampoco sabes  lo que haces
   
Ella es su poesía, su poesía es ella, briosa, sensible, mordaz y laudante, que se empeña en perseguir mundos mejores en sus temibles alocuciones poéticas:  

mientras dormía
me crecieron alas  
al principio ni yo misma lo creí  
hice cálculos sobre las ventajas y desventajas  
de este suceso inesperado  decidí ensayar un vuelo corto  
tropecé contra los vidrios de las ventanas  
no me di por vencida  llegué a libélula  
fui uno que otro pájaro  
ave de rapiña  
mi ambición no tuvo fronteras  
fui escalando  jerarquías hasta agotarlas todas  
ahora soy un ángel  y me aburro  
   
 Y en el amor, dulce, seductora y erótica, canta desde sus más añejas raíces, trepando por su tronco, sus hojas, hasta llegar a sus flores en arco iris que  regala a la vida, en un soflama reverberante  con sus requiebros, impregnado de simbolismos que expresan las vivencias amorosas del cuerpo en la relación afectiva entre dos seres humanos, escrito desde su visión femenina extraordinaria, respirando visceralmente cada grafema, cada aliento de palabra y con la depuración del verso:  

una trepa la desnudez de otro cuerpo  
una encuentra la rama dorada
y la codicia  
abre las puertas de otro reino  
inaugura otra carencia  
una se deja llevar por sacudimientos extremos8

Echar raíces  
florecer  sobre tu cuello              
enredadera
   
Ascenderé por los tallos  
transformada,  
me sentirás como nunca, palpitante,  
en el latido de las hojas  
y en el crujir voluptuoso de las ramas.
   
tu boca resguardada por dragones  
por la antropófaga inocencia de  tus dientes  
bosque de menta la saliva  
picor de orégano la lengua  
succión y mordedura  
tu boca  laberinto de mis cosquillas    

La lluvia canta afuera su canción,  
la miro con ojos sorprendidos  
y pienso en unas bodas bajo el agua,  
que un novio vegetal me acaricie,  
que sienta el perfume silvestre de mis manos,  
mi cálida ternura abierta en gajos.
   

Lydda es esencial, de gran vitalidad, luchadora incansable, defensora de lo femenino y del amor, de hermosísima pluralidad semiótica, plétora de expresividad, álgida, irreverente, en ausencia de rima y con el uso del hipérbaton invirtiendo el tradicional orden del discurso poético, y las anáforas que incitan provocando con la repetición:  

con papel de lija
froto la piel  
donde alguna vez
estuvo tu tibieza  parpadeante  
me estoy quedando en cueros  
y sin vos  e
n los puritos huesos  
y sin vos  
esqueleto ambulante  
y sin vos  
(…)  
y sin vos  
con el alma en un hilo  
y sin vos  ay  
y sin vos  
y sin voz  
y sin voz
   
los amantes precisan largas vueltas  
y nada es comparable a este final sin trampas  
y nada se parece a tu cuerpo y al mío  
me refiero a los muslos fosforescentes  
no a la piel sedosa y repetida  
no estamos dentro ni fuera
y es falso  que desprendo de tu voracidad  
mis latidos bajan cautelosamente  
para que sepas que voy  
que siempre voy  
ya puedes descubrirme
y patinar en el aire rígido  
cuando abras los ojos y desvíes el aliento
   
Con miradas envolventes de los vestigios humanos del placer y del amor, la lucidez, el tiempo y la fusión de géneros:  

tu cabeza en mi almohada  
el sol para nosotros  
deshaces sombras antiguas
vienes de la calle hacia el gesto  
buscas / deshaces  
reparo en el caracol algo furtivo  
tus manos exhibiendo excavaciones  
hacen de claustro refugio  
ardo junto a ti
   
cuando la boca hace su trabajo de orfebre  
en sabbat  
en oriflama  
de entre tus muslos
sale un vellocino de oro  
una serpiente emplumada  
un vendaval de helechos  
una larga vocal impronunciable8
con obstinada delicadeza  
se fabrica en la piel  
se hace patio en la memoria  ojo de agua           
con altos y bajos  
puente entre dos sangres  
diatriba amorosa               
blindada  huella indeleble que nos filtra  

William Estany, refiere, que hasta el último momento  la poetisa Lydda Franco Farías, estuvo activa:   Invitada especial en la Semana Internacional de la Poesía. A pesar de encontrarse delicada de salud, siempre siguió escribiendo…       Allí se presenta, a las 7:00 de la noche, el jueves 22 de julio del 2004, al Recital Internacional de Poesía, en homenaje a Eugenio Montejo, en la que sería su última lectura en público, ante más de 400 personas, con una  hermosa manta guajira de soberbio colorido, un cabestrillo en un brazo y apoyada en su bastón, participa en el recital internacional junto a poetas como Luis Muñoz de España; Alessandro Ceni de Italia, Tone Skrjanec de Eslovenia; Ramón Bolívar de México y Alejandro Chacón de Venezuela, entre otros tantos poetas que participaron en los recitales programados para el evento. Dedicó sus poemas a todos, ausentes y presentes y en particular, a su hija fallecida Mirna.  

A los sesenta y un años, la parca que no falta jamás a la cita, nos despoja de esta poetisa de las letras venezolanas; muere a las 8:00 de la mañana del lunes 2 de agosto de 2004, en Maracaibo, Estado Zulia. Fue sepultada en el cementerio Jardines del Edén, donde también se encuentra su hija.  

Y sostendremos con Goethe: “El sentido de la vida radica solamente en la vida misma”. Así parece entenderlo también, la poetisa venezolana Lydda Franco Farías:  

me encontrarán tendida a ras de luna  
o flotando lluvia abajo  
en la resaca del último cigarro  
en el silencio que vibra emparamado  
desde donde pronuncio mi postrer discurso
(…)  
ya voy tierra  
ya voy cenizas  
ya voy olvido9        

una vida se aplaza
y se desplaza  
mínima sustancia                     
cerrazón.


Obra poética

Poemas Circunstanciales. Policrom, Caracas, 1965.  
Las armas blancas 1969.   

Edad de los grandes ataúdes (coautor con Ricardo Ruiz Caldera y José Parra Finol). Ediciones Cal y Agua. Maracaibo, 1977.  

Summarius. Asamblea Legislativa del Estado Falcón, Coro, 1985.  
A / Leve 1991  Estar en el envés. s/e, 1993.  

Recordar a los dormidos. EDILUZ. Maracaibo, Vicerrectorado Académico, Facultad de Humanidades, Universidad del Zulia, 1994.  
Bolero a media luz. Ediciones Mucuglifo. Dirección Sectorial de Literatura CONAC, Mérida,  1994.  

Descalabros en obertura mientras ejercito mi coartada.  Gobernación del Estado Zulia. Secretaria de Cultura/Universidad del Zulia, Dirección de Cultura, Maracaibo, 1994.  

Estante. s/e, 1994.  Una. Ediciones de la Secretaría de Cultura del Estado Zulia y la Asociación Cultural del Caribe (ASOCARIBE), 1998.  

Aracné, s/e, 2000.  
Antología. Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, Dirección de Cultura, Fondo Editorial del Estado Falcón, Incudef, 2002.  

Antología poética. Monte Ávila Editores. Caracas, 2004.  




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